A propósito de un espectacular seminario privado de chinchines (también conocidos como crótalos o zagats) con el maestro egipcio Mohamed El Sayed al cual tuve la oportunidad de asistir este domingo, aprovecho de comentar un poco este particular instrumento que acompaña a los ritmos árabes.
Los crótalos son unos pequeños platillos de bronce, que se anudan a los dedos pulgar y medio mediante tiras de cuero (también pueden ser ligas de goma) . Para hacerlos sonar, se chocan entre sí, haciendo un movimiento similar al de pellizcar. Aunque actualmente los crótalos son hechos de metal, en su origen eran de madera, muy parecidos a las castañuelas. (fuente: wikipedia)
El manejo de los chinchines no es sencillo, es necesario conocer bien los ritmos árabes y dedicar suficiente tiempo de práctica para poder acompañar la canción mientras se danza sin atropellar el sonido. Cuando se logra alcanzar el dominio de este intrumento, la bailarina puede aportar mucha alegría y vida a su danza jugando con la forma de tocar los platillos (seco, delicado, sonoro, etc.) según la pieza que se esté acompañando. Se dice que en Egipto los chinchines fueron introducidos como acompañamiento de la danza por las Gawazee o Gitanas, bailarinas nómadas que llevaban su danza de un sitio a otro.
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